EL SELLO DEL ÁNGEL

Las que malcaminan y tiran de su cuerpo. Las que tienen las rodillas del revés. Las que se caen por la calle de repente. Y nos sacan del ensimismamiento, de la tontuna, de la gilipollez. Las que nacieron mancas, las que van por ahí con una válvula en el corazón, las que no entienden la química, ni las palabras, ni los modales. Las que se saltan los códigos, las que apenas ven el árbol que tienen en frente, las que se mean encima, las que se cagan encima, las que sonríen todo el tiempo, las de la baba, las del culo de vaso y el final de la clase y la visita al especialista, y al fisio, y al de después.

Las que, con su sola presencia, dicen más que los políticos, los médicos, los físicos nucleares y el Papa.

Hoy iba caminando por el parque, la mochila a cuestas, el bañador mojado, el cansancio, la marca de las gafas, el olor del champú, el oído taponado, la queja. Delante iban dos. Un chico deportista, a su bola, con los cascos, y ella. Ella, que tenía piernas de milagro. El pelo oscuro. La piel muy blanca. Ella, con sus dieciséis años, haciendo equilibrios para no caerse. Se cayó. La de los tobillos extraños, la que parecía borracha, la que, a las nueve en punto de la mañana, reunía todas sus fuerzas. Para ir al instituto.

Y le daba igual, ¿entiendes? Que cien metros fueran un mundo, un viaje a la Luna, las doce misiones de Hércules.

Ella, con su jersey precioso, con todo el cariño que había en ese jersey, plegado, planchado, limpio, haciendo equilibrios para no caerse. Se cayó.

Acudió el chico, corrí yo, pero simplemente no quiso. Hizo un ademán con la mano, nos tranquilizó a los dos, y se puso en pie. Como la cosa más natural. Como si eso le pasara todo el tiempo. Quizás le pase todo el tiempo. Y nos quedamos ahí, con cara de bobos, con cara de haber estado pensando en tonterías. Que si el trabajo, la rutina, la puñeta, el leve dolor de espalda, la queja de vicio. E intentamos seguir nuestro camino, como si nada. Pero el día no fue igual. Había quedado la marca.

El sello del ángel, el sello de las personas que vienen a la Tierra a eso, ¿no? A darnos la bofetada, a sacarnos del ego, a clavarnos las uñas en el corazón.

Los que malcaminan y tiran de su cuerpo. Los que reciben ayudas sociales. Los que acuden, puntuales, a los centros de día. Los que van a rehabilitación y lo intentan. Y cargan con el sanbenito de la discapacidad. Me da igual cómo lo llamemos, no quiero abrir un debate. El nombre, los nombres, son letras rejuntadas. Yo sólo quiero decir, desde aquí, que esa chica, con sus rodillas de milagro, sus tobillos extraños, sus andares de borracha, me ha conectado con algo. Mucho más profundo que las publicaciones de Instagram, que la literatura francesa, que el cine de autor.

Esa chica, que ahora estará duchándose, con ayuda, que tardará una hora o dos en regresar a su casa, que dormirá como una bendita, con suerte, me ha hecho ver que estaba perdida. Que me estaba perdiendo. En la actividad. En la entrega de trabajos urgentes, el emprendimiento, la foto de turno para colgar, los likes, las reuniones por Zoom, el hacer, el hacer, el hacer.

Y quizás, pienso, podría venirme la muerte, de repente. Esta noche. Y pillarme así. Currando, tirando del carro, peleando a golpe y a machete. Y no habría conseguido, con toda probabilidad, ser un ángel, vivir como un ángel, dejar el sello del ángel, como ella.

Yo sólo quiero decir que la vida, la puta vida, está llena de seres encantados. Torcidos, curvos, con pañales, diferentes. Y que todos, todas, deberíamos estar dando las gracias por su presencia. Por su enseñanza. Y su gracia. Que no hace falta, digo yo, que estemos todo el día bregando, cumpliendo objetivos, persiguiendo la mejora continua. Que a veces, por ejemplo hoy, por ejemplo ahora, por ejemplo tú, podrías sencillamente respirar, mirar el cielo, habitar tu cuerpo singular. Alegrarte de ser exactamente como eres. Que gracias a la chica de las rodillas, de los tobillos, de las misiones de Hércules, he despertado unos segundos. Y me he puesto a escribirte a ti, a mí, para que nos demos cuenta. Para que nos demos cuenta de la suerte.

Para que nos demos cuenta de la suerte de que haya un sol, un árbol amarillo, una pared, un hijo, un marido, un salón solitario, unos ojillos que leen.

Gracias a todas las personas que, de alguna forma u otra, malcaminan. Y nos recuerdan que sí. Que hay un lugar de ternura, de suave inmensidad, de calma dichosa, en nuestro pecho. Gracias por estar entre nosotras. Dejando el sello del ángel.

Con amor,

Nuria

14 comentarios en “EL SELLO DEL ÁNGEL

  1. lamujerdelasdiamelas dijo:

    Pus mira por donde me alegro de ser la primera en comentar. Me alegro por muchas razones, la primera porque me urge felicitarte por tu escrito, porque estás viva, por tu empatía y sensibilidad. También me urge para decirte que se de quién hablas porque se de esa chica y de su esfuerzo y coraje y porque me toca muy de cerca tu escrito por el lugar donde trabajo y las personas con las que trabajo que me recuerdan cada día lo afortunada que soy, que somos, tú también, hija, y aunque tu no «malcamines» también me haces sentir orgullosa.

    • nuriaperez dijo:

      Gracias madre, la sensibilidad y la literatura me vienen de ti, y es una combinaciones que más placer me dan a día de hoy (y a la que menos tiempo dedico, por desgracia, por falta de tiempo o de autoestima o vete tú a saber) Un abrazo enorme!!

      • Andrea dijo:

        Siempre que leo tus escritos los comparto con mi madre porque, en cierta forma, son los escritos que a ella le gustaría que yo escribiera pero no escribo porque la urgencia se come a la reflexión.
        Pero los disfrutamos las dos y mandárselos es un regalo.
        Felicidades por tu profundidad, siempre nos tocas el alma.

      • nuriaperez dijo:

        Gracias Andrea, qué bonito lo que compartes, nosotras también compartimos siempre textos y libros que sabemos nos van a gustar a las dos 🙂 Abrazosss a ambas!!

  2. Rosario dijo:

    Siempre tan profunda. Te lo agradezco enormemente Nuria por compartir esta belleza de escrito y reflexión. Solo escribir y vivenciar esto, nada más. Compartir la luz con otros. Sabernos suficientes y completos. Abrirnos al goce de vivir. Caminamos juntas. Inspiradas.

  3. Helena Dolores dijo:

    La capacidad de transmitir un instante de sacudida, haciendo que la ola del movimiento traspase, transmine y trascienda….
    Es, en muchas formas, Nuria, un toque de ángel.
    Tantas cosas pasan, tantas que se nos pasan por no ver o no querer ver.
    Tú las atrapas, las esgrimes y en nosotros las siembras, porque hasta ahora, todo lo que he leído de tu pluma…ha quedado pulsando para que lo vea.
    Gracias.

    • nuriaperez dijo:

      Guauuu Helena!!!Qué bonito mensaje, muchísimas gracias por tu amabilidad y por todo lo que sientes con mis palabras. Llevas en el blog muchísimo tiempo y, aunque creo que no nos conocemos en persona, cuando leo tu nombre ya siento cierta familiaridad. La verdad es que éso me gusta, es como tener una comunidad pequeñita y hogareña de mujeres ❤

  4. María * Arya dijo:

    Gracias Nuria por escribir y trasmitir la sincronía con lo que el universo te coloca delante, para hacernos llegar esa emoción de lo aprendido, esta lección de vida y muchas otras- Ayer ,me escribía una alumna que no puede venir por su artrosis severa… por su dolor, su cojera… y hoy leo tu blog y siento, me hago consciente de la suerte que tengo, porque puedo caminar. y me niego a quejarme por tonterías,. Gracias ❤ Gracias Gracias

    • nuriaperez dijo:

      Gracias a ti, María, por hacerme llegar tus palabras y tu experiencia. Lo que tú dices, sincronicidades de la vida que nos ponen delante justo lo que necesitamos. ¡Cuánto nos enseñan y nos entregan nuestros alumnos/as! Sólo por eso merece la pena el esfuerzo y los momentos bajos… Un abrazo gigante! ❤

  5. Angel Jarne dijo:

    Muchas gracias Nuria por poder volver a leerte y especialmente por lo que has escrito… me ha encantado, …me ha parado en seco… y que como le habra pasado a todos tus lectores tu y tus reflexiónes me han dejado ese «sello del ángel».
    Besico, Ángel

  6. DadiMar dijo:

    Querida Nuria, amiga invisible…hoy es una mañana de ángeles…acabo de terminar la sesión de kundalini yoga (Miami Fl) donde nos invitaban a conectar con el ángel…dijeron la palabra en sánscrito…y acá sentada en mi piel de oveja, en la pose de meditación aún, abro tu texto…y me llega otra invitación a conectar, ver, escuchar, al ángel…al que nos pase por al lado, o al que llevamos dentro.
    Gracias por tu intuición, por tus palabras por tu entrega.
    Felicidades y bendiciones!!!
    Mariam ❤

    • nuriaperez dijo:

      Gracias por tus palabras, Mariam, como bien dices… las palabras siempre nos llegan en el momento preciso. Entiendo que practiques Kundalini, yo tuve una época en la que, literalmente, me salvó. Un abrazo enorme!!! y bendiciones también para ti 🙂

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