BANDERAS TIBETANAS

Con mi vida pequeñita, mi mandarina, mi falda de flores. Quizás no cruce el continente. Quizás no llegue a la cascada verde, al río terroso, al templo que hay en el culo del mundo. Puede que nunca pruebe el saltamontes crujiente, la cholupa jugosa, el rambután. No importa. Todo está dentro. Si quiero cierro los ojos y aparecen mil banderas tibetanas. Me hago un té caliente y observo. Los campos de arroz. Me siento en la habitación de siempre, el cojín redondo, la estantería y los libros. Ningún prodigio hasta que. Corro las cortinas y veo. La pureza celestial. Esta nube blanca se forma. Con el marfil de los dioses. Ahueco el pensamiento y tengo. Un silencio de jade.

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TOMEN PRESENCIA

Todas hacemos caca. Y la poesía se debe a lo real. Se me ocurre nombrar el pan, la caca, la basura, la sopa. Cuando quiero elevarme, sangro. Y la sangre me trae el dolor. Tengo frío, calor, sudo viruelas. Otro mes más, me tapo. Agarro con el puño la toalla. Que pase este trago. Mientras tanto, la mente se me queda a medias. Estoy en el limbo. Funciono con medio cerebro. Mi cuerpo es inmenso. Puedo sentir el latido de los dedos, el zumbido de los bosques, la aorta mayor. Cierro los ojos. La caca, la sangre, la herida en el vientre. Y siempre sucede de noche.

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MATADERO NOSTALGIA

La señora necesitó tres intentos para levantarse de la silla. Estábamos en la tienda “Miel y polen”. Pero ya no venden polen. Yo solo quería arándonos rojos a granel. Estoy utilizando los arándanos rojos para ver si así me desengancho del chocolate. Pero nada. Las nubes corrían como chiquillos. Del viento. A mí cuando hace viento me entran ganas de escribir. La vida es más bonita.

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BUENO Y VERDAD

Nacimos para romper moldes. Ser madres de un perro. Despreciar el alcohol, el parloteo, los circos. Comer con las manos. Hacer yoga a las 6. Fuimos las primeras en no tener hijos. No engendramos carne ni huesos. Teníamos, en el vientre, cinco espigas, cien poemas, canela, cuajada, chile y lima limón. Con este Venus en Tauro. Amamos- tan alto- a los pájaros. Que nos pasan los días rezando. Para que haya insectos. Y pose el jilguero en los cardos. Amamos- tan fuerte- a los hombres. Que nos eriza el pelo su rostro. El cuerpo- tan rico- del hombre. Es miel para los labios. Caminamos- tajantes- los pasos. Que viviremos por siempre. Y además. Nos hicimos de roca. Bebimos leche de cabra. Echamos pezuñas. Cargamos los cántaros.

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LAS UVAS Y EL MULTIVERSO

Hay frío. Y hay forma. Pensé que podría ser siempre abejaruco. Volver las primaveras como si tal cosa, escapar al invierno. Engañarte. Aparentar que resisto. Que me importa el salario. Y la costumbre. No como churros, lo siento. No echo la lotería ni me interesa la Navidad. Me fijo, más bien, en las palabras, el tono de los silencios, el pulso de las personas. Me inspiran los cielos, el canto de los mirlos, el sol todo el rato. Podría vivir leyendo. Entro primero al corazón. Disfruto si, al final, entiendo. Aprendo de todos. Tengo una inteligencia extraña, maltrecha, inasible, abstracta. Incapaz de entender la lógica, la matemática, las señales de tráfico, la geografía, los mapas.

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LA TEMPERATURA DEL FUEGO

Soy un lagarto de fuego. Conforme ando voy perdiendo cachos de piel, de susto, de llanto. Camino entre las rocas, voy ardiendo, voy ardiendo aunque las tormentas, la lluvia, el aguacero de agosto. Voy ardiendo aunque la vida, la muerte, el hielo, me inunden de frío y partan. La alegría, el rostro, el sol, amaneciendo. Están en mi corazón el canto, la flor, el pájaro.

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MIL LAZOS SECRETOS

Caminando por Antón Martín, vi al chico, al hombre, sin cara. No sé lo que era, sólo que era un chico, un hombre, y que su sangre era de vino y de cartón. Estaba tirado en el suelo boca abajo. Fue una mujer a zarandear su hombro. Ni se inmutó. La gente continuó pasando, como si nada. Duerme, chiquillo, que el sueño te atrase el espanto. Me pregunto cómo llegó hasta allí, el chico, el hombre, con la piel de mil soles, cómo llegó hasta allí.

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NANA DE GUERRA

Coge fuerzas, niña. Tienes la vida. La manzana que comes es abundancia. El brillo del sol, refulgente, hace esfuerzos desesperados para colarse, incluso, hasta tu fondo. En todas tus cárceles se hacen pucheros, alguien te abraza por las esquinas, se aman humanos. Allá mismo, en el más profundo de tus temores, fluye, como fuente, la esperanza. No des lugar a la impaciencia, aguarda. El destino está lleno de mangos, de bosques en sombra, de hamacas, de juegos, donde volver a ser niña. Conseguirás hacer cerámica, escribir un libro, ganar la batalla de Lepanto, todas tus batallas.

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Guardiana de noche

Noche de insomnio número x. No voy a contarlas, me asustaría. Otra vez tus ciclos, niña, el desastre de tus ciclos, la causa inevitable de haber nacido de noche y de haber pasado la primera aurora de tu vida, después del trauma de la cesárea y del aire, los pulmones solitos, la luz, despierta, en los brazos del padre. Queriendo absorber el mundo también y, sobre todo, la noche. Fuego quemando. Polvorín hacia dentro y adelante. Me consuela. Saber que, en una tribu de Sapiens, de las de antes, me habrían nombrado guardiana de noche. Y mi insomnio, al menos, hubiera podido serle útil a alguien. Las fieras y los demonios siempre atacan de noche.

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LOS CONTRASTES Y EL CIELO DE LOS PERROS

El delicioso sabor de la piña. La pizarra al lado, los mil rotuladores de colores, dos sartenes en el fuego, el pensamiento, de repente un espacio. Comprar un kilo de picotas para mí. Que me sobren picotas. No saber qué hacer con las picotas. Estar bien. Extrañamente bien. Agotada. Sorprendida de la propia fortaleza. Que tira, que empuja, como una bestia que ni sabía. Jamás hubiera imaginado que esa bestia, ese oso pardo de dentro, me iba a llevar este año como quien prepara un 8.000. Surgió la idea en octubre. Empecé a opositar en diciembre.

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